ABORTO Y SALUD MENTAL DE LA MUJER

Autor: Justo Aznar

ÍNDICE:


Introducción
Revisiones evaluadas
Comentarios a las cuatro revisiones evaluadas
Corolarios
Bibliografía

Introducción

 

La existencia o no de un síndrome post-aborto o de trastornos psicológicos secundarios al mismo es un tema abierto sometido a debate, ya que los resultados referidos en la literatura son dispares, pues en algunos casos se describe que tras el aborto se puede producir depresión, ansiedad, tendencia al uso de drogas, conducta suicida y predisposición a autolesionarse, pero en otros no se detectan trastornos mentales secundarios al mismo1.

Por ello, nos ha parecido de interés realizar una evaluación de las revisiones más recientes sobre este tema que nos han parecido de mayor calidad, para tratar de evidenciar la posible existencia o no de un síndrome post-aborto, o en su caso de trastornos psicológicos en las mujeres que han abortado.

1. Revisiones evaluadas

Con esta finalidad hemos evaluado cinco revisiones2,3,4,5,6.

La primera2 es la que El “Council of Representatives”de la “American Psychological Association (APA)” encargó a la “Task Force on Mental Health and Abortion”, que se publicó en 2008. En ella se incluyen todos los artículos escritos en lengua inglesa desde de 1989, que evalúan la salud mental de las mujeres que han sufrido un aborto inducido.

El objetivo principal de esta revisión “era recoger, examinar y resumir la investigación científica hasta ese momento publicada en la que se relacionara el aborto con problemas de salud mental de las mujeres”, fijándose especialmente en los siguientes aspectos:

1. ¿Causa el aborto algún daño sobre la salud mental de la mujer que ha abortado?

2. ¿Cuál es la prevalencia de problemas de salud mental entre las mujeres de Estados Unidos que han abortado?

3. ¿Cuál es el riesgo relativo de padecer problemas de salud mental secundarias al aborto comparado con el de aquellas mujeres que han terminado su embarazo por otro procedimiento?

4. ¿Se pueden predecir las alteraciones psicológicas secundarias al aborto?

A nuestro juicio, la principal conclusión de esta revisión sistemática, es que en ella se sostiene que el riesgo relativo de padecer trastornos de salud mental tras un único aborto legal del primer trimestre de un embarazo no deseado y no realizado por razones terapéuticas, no es mayor que el que pueden tener las mujeres que dan a luz por vía natural tras un embarazo no deseado, aunque así mismo indican que en algunas mujeres que han abortado se detectan situaciones de tristeza, pena, soledad y también depresión o ansiedad, pero estiman que no existe evidencia suficiente para demostrar una asociación directa entre aborto y estos problemas de salud mental, si no se excluyen otros factores confundientes.

Otro aspecto de interés de esta revisión es que evalúa por primera vez la presencia en las mujeres que abortan de trastornos socio- psicológicos previos al aborto, que en el caso de existir podrían ser predictivos de una posible respuesta mental anómala en estas mujeres tras el aborto. Entre estos factores predisponentes podrían citarse la percepción de estar estigmatizadas, la dificultad de comentar su problema con alguna persona de confianza y también el bajo apoyo social que tuvieron en el momento de tomar la decisión de abortar, y sobre todo que el embarazo no fuera deseado.

Lo que al parecer sí que se confirma en esta revisión es la existencia de problemas mentales en las mujeres que han abortado varias veces, aunque piensan que ello podría estar más bien relacionado con factores confundientes, especialmente con desequilibrios psíquicos previos de estas mujeres, que hubieran podido predisponerlas a quedarse embarazadas sin desearlo, y consecuentemente a tratar de terminar dichos embarazos con un aborto.

Por todo ello, se concluye que el que la mujer pueda tener problemas de salud mental previamente a abortar puede ser el principal factor de riesgo para sufrir trastornos mentales tras un aborto, aunque se apuesta porque son necesarios estudios más definitorios que determinen de una vez por todas la posible relación entre aborto y salud mental de las mujeres, dada la diversidad y complejidad de sus circunstancias, por lo que estiman que en este momento sacar conclusiones en uno u otro sentido parece prematuro.

Posteriormente, los mismos autores, actualizan los datos de su anterior revisión2, en otra que evalúa cinco nuevos artículos que a su juicio complementan los anteriormente estudiados6.

En el primero de ellos, Taft y Watson7, en Australia, incluyen en su estudio 9683 mujeres de entre 22 a 27 años, detectando la existencia de asociación entre aborto y depresión, aunque también la observan en mujeres que han tenido dos o más partos en relación con las que no los han tenido, lo que de alguna forma quita fuerza a sus conclusiones en relación con el aborto.

En el segundo, Dingle y col8, también en Australia, tras ajustar diversos factores confundientes, comprueban que las mujeres que han tenido un aborto tienen tendencia al tabaquismo y al consumo de drogas, exceptuando la marihuana, así como tendencia a padecer depresión y ansiedad, cuando las comparan con el grupo de mujeres que no han abortado, aunque a este hallazgo se le puede quitar valor si se tiene en cuenta que también muestran tendencia la tabaquismo y al consumo de drogas, excepto marihuana, las mujeres que han perdido un embarazo, cuando se comparan con el grupo de mujeres que nunca han estado embarazadas.

El tercero es de Fergusson y col1que evaluaremos en detalle más adelante.

El cuarto es el realizado por Pedersen, en Noruega, en el que se valora la posible asociación entre aborto y depresión en dos grupos de mujeres, uno de menores de 20 años y otro de hasta 27. En dicho trabajo se incluyen 40 mujeres que han abortado, 27 que han tenido un niño tras un parto normal y 700 que no han estado embarazadas en su adolescencia y juventud, encontrando que no existe diferente tendencia a la depresión entre los tres grupos. Pero en cambio, las mujeres que habían abortado hacia la mitad de la década de los 20 años mostraban índices de depresión significativamente mayores que las mujeres que no habían estado nunca embarazadas, pero no mayores que las que habían dado a luz por vía normal en esa misma época.

El quinto artículo es el de Steinberg y Russo10, en el que se detectan que las mujeres que habían abortado no tenían mayor incidencia de ansiedad y otros trastornos psicológicos, que las mujeres que habían parido normalmente, pero en un análisis posterior encuentran que las mujeres que habían abortado varias veces tenían mayor incidencia de ansiedad que las que no habían abortado.

La tercera revisión3 se centra especialmente en los problemas de salud mental secundarios al aborto a más largo plazo, pues se incluyen solamente estudios en los que el seguimiento de las mujeres tras el aborto ha sido de 90 días o más. En ella se analizan 700 artículos, de los que solamente 21 incluyen un grupo control. En esta revisión destaca el hecho de que los cuatro artículos de mayor calidad técnica no encuentran una relación entre aborto y la salud mental de las mujeres que han abortado, cuando se compara con un grupo control de mujeres que no han abortado. Sin embargo, en otros estudios de calidad metodológica inferior no encuentran de forma tan explicita esta falta de correlación entre aborto y salud mental. En efecto, en otros ocho de estos estudios los autores reportan que tres no mostraban trastornos de salud mental en las mujeres que habían abortado, que otros tres mostraron resultados inconsistentes, y dos, mayores problemas de salud mental en las mujeres que habían abortado que las del grupo control.

De todo lo anterior los autores concluyen que no se puede establecer de forma fehaciente la existencia de una relación entre aborto y problemas de salud mental tardíos en las mujeres que han abortado, especialmente si se tiene en cuenta que a mayor calidad de los estudios evaluados se detecta menor asociación entre aborto y riesgo mental de las mujeres que han abortado.

Sin embargo, a nuestro juicio esta revisión tiene la limitación de que considera problemas a largo plazo aquellos que se presentan tras 90 días o más después del aborto, cuando es sabido que los trastornos mentales se pueden presentar incluso varios años después del acto abortivo.

En la cuarta revisión4, la de Priscilla Coleman, se evalúan los posibles trastornos psíquicos de mujeres que han abortado comparándolos con los de mujeres que no lo han hecho. Esta revisión evalúa todos los artículos publicados en lengua inglesa sobre este tema, en revistas sometidas a evaluación por pares, publicados entre 1995 y 2009, de los que seleccionan para su evaluación final 22 artículos, 15 de Estados Unidos y 7 de otros países, que incluyen un total de 877.181 mujeres, repartidas en tres grupos: a) uno de mujeres sanas no embarazadas; b) otro de mujeres embarazadas sanas que han dado a luz un niño vivo normal y c) un tercer grupo, que incluye a 163.831 mujeres que han abortado. Es decir, es un estudio a nuestro juicio lo suficientemente amplio y bien elaborado como para proporcionar adecuada información sobre el tema que estamos considerando.

Lo primero que pone de manifiesto esta revisión sistemática es que las mujeres que han abortado tienen un 81% más de probabilidades de padecer problemas mentales que las que no lo han hecho. Además la posibilidad de sufrir problemas de ansiedad es en ellas un 34 % mayor, y un 37% la de sufrir depresión. También es un 110% mayor la posibilidad de caer en el alcoholismo y un 220% mayor la de consumir marihuana.

Pero a nuestro juicio, el dato más relevante que aporta esta revisión es que, según sus autores, el 10% de las mujeres que padecen algún trastorno de salud mental han abortado con anterioridad a la aparición de los síntomas clínicos.

Como en otras ocasiones, una aportación científica relevante suscita opiniones contradictorias en cuanto a su valía científica se refiere y este también es el caso en la revisión sistemática de Priscilla Coleman.

En efecto, la misma revista que publicó la revisión de Coleman, recoge, en un siguiente número, abundante correspondencia, no siempre favorable al trabajo de Coleman11. No es este el momento de tratar específicamente cada una de las aportaciones referidas, pero si manifestar que en dicho número Coleman da amplia respuesta a cada una de la objeciones planteadas. Lo que sí nos parece de interés es poner de manifiesto que el trabajo de Coleman, en la medida de lo posible, no esta condicionado por sesgos ideológicos que pudieran oscurecer su bondad científica. En efecto, en relación con ello, comenta la autora que “ella no es miembro de ninguna organización política y que su trabajo nunca ha estado promovido por ningún grupo provida.” “Como profesor de una Universidad pública, lo que me motiva es simplemente el deseo de llevar a cabo una investigación de alta calidad:”

Por todo lo anteriormente expuesto, nos parece que las opiniones que en este número se incluyen no pueden cambiar las conclusiones científicas que de la revisión de Coleman pudieran derivarse.

La quinta revisión5 es la de la “Academy of Medical Royal Colleges” y de la “National Collaborating Centre for Mental Health”, publicada en diciembre de 2011. En esta amplia revisión, de 247 páginas, participan una veintena de profesionales o grupos de trabajo, centrando su estudio fundamentalmente en evaluar los trastornos de salud mental en mujeres que han sufrido un aborto legal tras un embarazo no deseado. Es decir, se trata de una muy actual y amplia revisión sistemática.

Las preguntas a la que esta revisión quiere dar respuesta son las siguientes:

1. ¿Cuál es la prevalencia de problemas de salud mental en las mujeres que han abortado?

2. ¿A qué puede deberse que los resultados sobre aborto y salud mental de las mujeres que han abortado sean tan poco concluyentes?

3. ¿Son los problemas de salud mental más frecuentes en las mujeres que han abortado que en las mujeres que tienen un embarazo no deseado y han dado a luz naturalmente?

Sus principales conclusiones son las siguientes:

1. Los problemas de salud mental de las mujeres de la población general después de un parto o después de un aborto son similares.

2. Los embarazos no deseados que terminan dando a luz por vía natural se asocian con un aumento de riesgo de problemas de salud mental.

3. La incidencia de problemas de salud mental en las mujeres con un embarazo no deseado que han dado a luz por vía natural es del mismo orden que la de las que han abortado.

4. El factor predictivo de mayor impacto sobre la posibilidad de que se den problemas de salud mental tras un aborto es la existencia de una historia de trastorno mental previa al mismo.

5. Los autores parecen constar la existencia de factores externos a las mujeres que abortan que puedan asociarse a la mayor incidencia de problemas de salud mental secundarios al aborto, como pueden ser la presión de la pareja para que la mujer aborte, la actitud negativa de la sociedad en general hacia el aborto o experiencias personales negativas de la mujer en relación con el aborto.

6. Desde un punto de vista técnico, los autores sugieren que los meta-análisis realizados para evaluar la posible asociación del aborto con problemas de salud mental de las mujeres son en general de baja calidad y con riesgo de tener sesgos objetivos.

Como consecuencia de todo lo anteriormente expuesto, y con independencia de la posible correlación entre aborto y salud mental de las mujeres que han abortado, los autores subrayan la conveniencia de apoyar psicológicamente a todas las mujeres con un embarazo no deseado, porque tienen un elevado riego de padecer problemas de salud mental, con independencia de cuál sea la forma de resolverlo, pero adicionalmente, si una mujer tiene una actitud negativa hacia el aborto, o muestra una negativa reacción emocional al mismo, o ha sufrido experiencias negativas relacionadas con el aborto a lo largo de su vida, sería recomendable proporcionarles una asistencia profesional o incluso sería aconsejable proporcionarles un tratamiento, pues estas mujeres son más propicias a presentar problemas de salud mental tras el aborto que las mujeres que no han tenido problemas previos.

Con independencia de las cinco revisiones sistemáticas anteriormente comentadas, como hemos referido son muchos los trabajos dirigidos a evaluar la posible relación entre aborto y problemas mentales de las mujeres que han abortado1, que naturalmente aquí no podemos evaluar, pero si queremos detenernos en dos de ellos, el de Ferguson1, por su indudable importancia y el de Munk-Olsen12, por ser, en lo que nuestro conocimiento alcanza, el último importante publicado.

El primero1 se ha realizado a partir de datos extraídos de un estudio longitudinal llevado a cabo con una cohorte de 534 mujeres de la que nacieron 1265 niños, en Christchurch, una región urbana de Nueva Zelanda, a los que se ha seguido desde su nacimiento hasta que cumplieron 30 años.

En dicho estudio se comprueba que, según especifican en otro posterior de los mismos autores, 13 284 mujeres tuvieron 686 embarazos antes de los 30 años, que incluyen 153 abortos, ocurridos en 117 mujeres; 138 embarazos que se perdieron naturalmente, en 95 mujeres; 66 nacidos vivos de 52 mujeres que presentaron reacciones adversas y 329 de 197 mujeres que no mostraron problemas médicos.

Los autores llegan a la siguiente conclusión:

  1. La exposición a un aborto inducido se asocia con un aumento de problemas mentales, entre 1.86 y 7.08 veces superiores, a los de las mujeres que no han abortado.
  2. La perdida de un embarazo también se asocia con un modesto pero evidente aumento de problemas mentales, incremento que se podría cifrar entre 1.76 y 3.30 superiores.
  3. Los nacimientos ocurridos tras un embarazo no deseado o tras reacciones adversas durante el embarazo se asocian con un modesto incremento en el riesgo de problemas mentales, excepto alcoholemia.
  4. La asociación entre problemas mentales tras un embarazo normal es débil e inconsistente.

5. En las mujeres que han abortado el riesgo de tener problemas de salud mental aumenta un 30% en relación con las que no lo han hecho. Además concluyen que los trastornos de salud menta atribuibles al aborto representan entre el 1.5% y 5.5% de la globalidad de los trastornos mentales.

Posteriormente a este estudio los mismos autores publican otro12 en el que comprueban que el 85% de las mujeres que han abortado sufren, al menos, alguna reacción negativa, como puede ser: pena, tristeza, culpabilidad, remordimiento o decepción y un 34% cinco o más reacciones negativas. Pero también hay mujeres que muestran reacciones positivas como, sensaciones de calma, felicidad o satisfacción, un 59.6% muestran una de estas reacciones positivas y un 52.5% detectan tres, destacando el hecho que cerca del 90% de las mujeres que abortaron consideraban después que su reacción fue correcta y solamente un 2% que fue incorrecta.

El segundo estudio al que nos referimos es el de Munk-Olsen11, realizado en Dinamarca y publicado en enero de 2011.

En él se utilizan datos del registro civil danés, que incluye jóvenes y mujeres sin problemas mentales, durante el periodo de 1995 a 2007, que han sufrido un aborto del primer trimestre o el nacimiento de un niño durante este mismo periodo de tiempo, evaluando si estas mujeres han requerido una consulta psiquiátrica hasta 12 meses después del aborto. Los resultados muestran que la incidencia de consultas psiquiátricas por 1000 mujeres-año, en las jóvenes y mujeres adultas, que habían sufrido un primer aborto, fue de 14.6 antes del aborto y de 15.2 después de él. Este mismo índice entre las mujeres que habían tenido un niño tras un embarazo normal fue de 3.9 antes del embarazo y de 6.7 después del parto.

Es decir, el índice de consultas psiquiátricas no difería antes y después de un aborto, pero si se incrementaba significativamente después de un parto normal, lo que a juicio de los autores no apoya la hipótesis de que hay un aumento de problemas de salud metal secundarios a los abortos del primer trimestre y mayores que los de un parto normal.

En este último trabajo de Munk-Olsen y colaboradores, se centran unos críticos comentarios de Priscilla Coleman,14 en los que se apunta que la incidencia de problemas psiquiátricos en la visita previa a un aborto es excesivamente elevada, alredor de tres veces superior a los que presenta la población normal, por lo que Coleman sugiere que dicho incremento puede ser debido a que la mujer ya esta inmersa en el estado de ansiedad que puede darse en los días previos al aborto, tras un embarazo no deseado.

Por otro lado, un dato muy significativo para ella es que los problemas de salud mental son significativamente mas altos después de un aborto (15.2%) que después de un parto normal (6.7%).

Además en este estudio apenas se valoran factores confundientes, pues solamente se incluyen edad y número de embarazos, no teniendo en cuenta otros como, que el embarazo sea no deseado, que la mujer haya sido presionada por otras personas para que aborte, su estado marital, su situación económica, la exposición a violencia u otros traumas, etc. Llama la atención con respecto a este juicio de Coleman, que mucho estudios en los que se evalúa la relación entre aborto y salud mental de las mujeres han sido considerados inadecuados por la APAsolamente porque algunos de los factores confundientes anteriormente enumerados no hayan sido tenido en consideración.

Además, un aspecto a nuestro juicio muy importante y que no es tenido en cuenta en el estudio de Munk-Olsen12, es que la posible relación entre aborto y problemas mentales no se evalúa en mujeres que han tenido abortos repetidos, que como se sabe son los que más problemas mentales post-aborto presentan.

También es una objetiva limitación de este estudio que solamente se sigue a las mujeres durante un año tras el aborto o parto normal, cuando existe evidencia de que muchos problemas psiquiátricos asociados al aborto no se manifiestan hasta varios años después de que la mujer haya abortado.

Consecuentemente el estudio de Munk-Olsen 12 debería ser evaluado teniendo en cuenta las limitaciones anteriormente enumeradas.

2. Comentarios a las cuatro revisiones anteriormente evaluadas y a los dos trabajos referidos.

1. En primer lugar se constata la existencia de un gran número de estudios que evalúan la relación entre aborto y problemas de salud mental de las mujeres que han abortado, aunque muchos de ellos son de escasa calidad, pues gran parte de los mismos muestran problemas metodológicos significativos.

2. No hay estudios fehacientes que confirmen la existencia de un síndrome post-aborto, pero si que se detecta en gran parte de ellos, aunque con distinta proporción, un aumento de problemas psicológicos en muchas mujeres que han abortado, especialmente si han tenido abortos repetidos.

3. Algunos factores confundientes pueden ser decisivos para evaluar la existencia de problemas de salud mental secundarios al aborto, como pueden ser las características psicológicas de cada mujer, las relaciones interpersonales, principalmente con su pareja, el nivel social y sobretodo problemas mentales previos.

4. Los resultados anteriormente expuestos dejan la puerta abierta a la necesidad de establecer de forma más determinante la posible relación entre aborto y problemas de salud mental de las mujeres que han abortado, especialmente promoviendo estudios prospectivos aleatorios y a doble ciego, que traten de evaluar de forma más objetiva y a largo plazo la posible existencia o no de una relación entre salud metal de las mujeres y aborto y en los que se controlen los factores confundientes, aunque a nuestro juicio la existencia de problemas puntuales de este tipo en mujeres que han abortado parece indiscutible.

5. Pero adicionalmente a todo ello, nos parece de interés afirmar lo siguiente. Por algunos se defiende la existencia de un síndrome post-aborto, que es cuestionado por otros, entre los que nos encontramos nosotros. Por lo que antes de pasar adelante nos parece que es necesario precisar un concepto médico técnico ¿qué se entiende por síndrome en medicina? Se define como tal un conjunto de signos y de síntomas que configuran una enfermedad. Ateniéndonos a esta definición estimamos que no existe un síndrome pos-aborto, pues no creemos que se pueda evidenciar que después del aborto existan un conjunto de síntomas y de signos que constituyan una enfermedad para una mujer que haya abortado, pero lo que sí nos parece es que si existen en muchas mujeres que han abortado trastornos de salud mental que constituyen para ellas una negativa secuela. Es decir, síndrome no, trastorno psicológico, si.

3. COROLARIO

No cabe duda que la posible relación entre aborto y salud mental de las mujeres no está totalmente establecida. A nuestro juicio, ello es fundamentalmente debido a que las circunstancias que rodean a la mujer que ha abortado son muy dispares, lo que puede influir de forma directa a su reacción psicológica ante el aborto. Entre estas circunstancias se pueden considerar: a) la heterogeneidad de los grupos de mujeres que se comparan; b) el inadecuado control de los factores confundientes; c) los sesgos que las muestras puedan tener; d) la inadecuada valoración de la historia médica de las mujeres, especialmente en lo que hace referencia a sus circunstancias reproductivas y a su salud mental; e) el distinto contexto en que el aborto se haya realizado; f) e incluso posibles sesgos en la interpretación de los datos, especialmente condicionados por las características ideológicas de las personas o instituciones que hayan realizado el estudio, circunstancia a la que también nosotros podemos estar expuestos.

Creemos que evaluar estas circunstancias personales, sociales, culturales, etc. es fundamental para objetivar la relación entre aborto y salud mental de las mujeres. Es decir, parece necesario tener en cuenta en todos los trabajos que analizan este problema los factores confundientes, pues estos pueden ser decisivos a la hora de evaluar los resultados.

Gran parte de los estudios que analizan este problema toman en consideración algunos de ellos, pero es muy difícil tenerlos todos en cuenta, dada la multiplicidad existente, lo que indudablemente favorece la diversidad de los resultados publicados.

A nuestro juicio uno de los factores confundientes que puede ser decisivo para evaluar la existencia o no de relación entre aborto y problemas de la salud mental de la mujer que ha abortado, es la percepción que ella pueda tener de lo que significa el aborto, es decir si se ha percatado o no que con cada aborto se termina con la vida de un ser humano, y en este caso de un hijo suyo, lo que indudablemente, puede ser un factor decisivo para el desarrollo de problemas psicológicos en dichas mujeres.

Bibliografía

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11. Author’s reply: Priscilla K Coleman, The British Journal of Psychiatry 200; 79-80,2012.
12.  Munk-OlsenT, LaursenT M, Pedersen C B, et al., “Induced First-trimester abortion and risk of mental disorder”, The New England Journal of Medicine 364; 332-339, 2011.
13. Ferguson DM, Horwood LJ, Boden J M., “Reactions to abortion and subsequent mental health”. The British Journal of psychiatry 195; 420-426,2009.
14. Coleman P K., “There are mayor problems with study showing no link between abortion, mental health problems”. Life Site News.com.27-I-2011.

¿Cómo citar esta voz?

Sugerimos el siguiente modo de citar, que contiene los datos editoriales necesarios para la atribución de la obra a sus autores y su consulta, tal y como se encontraba en la red en el momento en que fue consultada:

Aznar, Justo, ABORTO Y SALUD MENTAL DE LA MUJER, en García, José Juan (director): Enciclopedia de Bioética.

Última modificación: Monday, 6 de July de 2020, 12:52