EL PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO SOBRE DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
Autor: Graciela Martín de Roca
ÍNDICE
1. Introducción
2. Objetivos de Desarrollo Sustentable: espíritu y alcance
3. De los Objetivos del Milenio a la Agenda 2030
4. Los objetivos
5. Francisco y el desarrollo sustentable
6. Conclusión
7. Bibliografía y Webgrafía
1. Introducción
El desarrollo sostenible es una temática actual, objeto de análisis, estudios y opiniones que no escapa a un enfoque espiritual y transcendente, aplicado a lo concreto de los aspectos sociales, económicos y ambientales del mundo actual.
Plantear la mirada del Papa y de la Iglesia sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), nos invita en primer lugar a profundizar en el conocimiento de los ODS y Agenda 2030. Esto implica, comprender su significado, el modo en que se han construido, la consideración de los actores que han participado en la elaboración de la referida Agenda, los antecedentes y en general el contexto en que han surgido los ODS.
2. Objetivos de Desarrollo Sustentable: espíritu y alcance
Para comprender el espíritu y el alcance de los ODS resulta interesante posicionarnos en el momento del lanzamiento presentación de la Agenda 2030 en ocasión de la 70º Sesión Asamblea de Naciones Unidas. En ella, el Santo Padre Francisco destacó las esperanzas que la Iglesia Católica pone en las actividades de la Organización de Naciones Unidas y en la Agenda 2030.
En setiembre de 2015 los países miembros de Naciones Unidas se comprometieron frente a la comunidad internacional en concentrar esfuerzos por lograr un amplio conjunto de objetivos y metas universales y transformativas, de gran alcance y centradas en las personas. Asumieron un compromiso por el desarrollo sostenible de forma equilibrada e integrada abarcando las tres dimensiones que contempla. Esto es, lo social, lo económico y lo ambiental.
La Agenda 2030, que contiene 17 objetivos de desarrollo sostenible y 169 metas, plantea numerosos desafíos, los cuales podrían resumirse en
- poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030,
- combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos,
- construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas,
- proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros,
- garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales,
Propone además, la creación de condiciones necesarias para un crecimiento económico sostenible e inclusivo, una prosperidad compartida y el trabajo decente para todos.
Se plantea asimismo una mirada y un accionar con prioridad hacia aquellos sectores de la sociedad más vulnerables.
Si tuviéramos que sintetizar el eje de la Agenda, podría decirse que todo se centra en la reducción de la pobreza, la garantía de los derechos humanos, el cuidado del planeta, la inclusión (como eje de desarrollo) y contribución a la paz y a la armonía entre los pueblos.
El documento final de la “Cumbre de Naciones Unidas” para la aprobación de la Agenda 2030 se denomina “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, y en su preámbulo especifica que los objetivos y las metas que contiene estimularán los próximos 15 años la acción en las siguientes esferas de importancia crítica para la humanidad y el planeta; orientando su enfoque en las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y las alianzas.
Podemos asumir que el eje rector de la Agenda, o el mensaje fuerte que trasmite está vinculado a combatir la desigualdad, eliminar las brechas y brindar a todos, igualdad de oportunidades. En otras palabras: no dejar a nadie atrás.
3. De los Objetivos del Milenio a la Agenda 2030
Esta Agenda lleva implícito un compromiso global del que participan 193 países y que se comprometen a aplicarla, no sin considerar las particularidades, las diferentes realidades, capacidades y niveles de desarrollo respetando las políticas y las prioridades nacionales.
Se trata de un ambicioso acuerdo internacional que comenzó a fraguarse en 2012 por todos los países, la sociedad civil, jóvenes y empresas sustituyendo los Objetivos de Desarrollo del Milenio que finalizaron en 2015.
A diferencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que incluían 8 objetivos y 21 metas los cuales fueron elaborados por un grupo de expertos (a puerta cerrada) y estaban dirigidos a las naciones más pobres del planeta; los ODS abarcan como se indicaba, 17 objetivos y 169 metas consensuadas después de tres años de negociaciones en las que participaron todos los países miembros de la ONU, las ONG y otros actores, comprometiendo a todos los Estados, si bien en ambos vale citar su carácter voluntario.
4. Los objetivos
El detalle de los 17 objetivos es
Objetivo 1. Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo
Objetivo 2. Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible
Objetivo 3. Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades
Objetivo 4. Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos
Objetivo 5. Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas
Objetivo 6. Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos
Objetivo 7. Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos
Objetivo 8. Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos
Objetivo 9. Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación
Objetivo 10. Reducir la desigualdad en y entre los países
Objetivo 11. Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles
Objetivo 12. Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles
Objetivo 13. Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos
Objetivo 14. Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible
Objetivo 15. Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica
Objetivo 16. Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles
Objetivo 17. Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible
Resulta interesante transcribir lo que manifestaba Paloma Durán, directora de la Secretaría del Fondo de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (SDG-F, en sus siglas en inglés), perteneciente al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En una entrevista, explicó que los principales logros de los ODM están relacionados con la meta de reducir a la mitad la proporción de personas que padecen hambre en 2015, puesto que los datos más recientes indican que el porcentaje de personas desnutridas en todo el mundo ha descendido del 23% en 1990 al 15% en 2012, y con el acceso al agua, ya que más de 2.000 millones de personas han logrado en acceder a fuentes mejoradas de agua potable entre 1990 (cuando un 75% de la población podía hacerlo) y 2010 (el 89%). “En materia de agua y hambre, que son los dos temas más básicos para la supervivencia de una persona, ha habido avances sustanciales”, apuntó.
En este sentido, Durán comentó que el mundo es ahora “un poquito mejor” en la medida en que “hay más gente que tiene acceso al agua potable y a alimentos”.
“La nueva agenda cuenta con más actores, como el sector privado y la sociedad civil, y plantearlo en términos universales implica sumar”, apuntó.
“Esta agenda es mucho más ambiciosa que la anterior”, dijo.
5. Francisco y el desarrollo sustentable
Planteado el detalle que contiene la enumeración de los ODS y las citadas consideraciones, nos adentramos en el pensamiento del santo Padre y la mención y breve análisis de algunos puntos de los documentos que citaba al inicio.
El Papa Francisco en agosto del 2015 publicó la encíclica Laudato sí, sobre el cuidado de la casa común. Es una exhortación a una toma de conciencia en relación al cuidado del ambiente y al compromiso que todos y cada uno, tenemos para con las generaciones futuras. El subtítulo de la encíclica “cuidado de la casa común” justamente refiere al cuidado del lugar que nuestro Padre Dios nos concede como hogar y que pertenece a toda la humanidad y exige por tanto un fuerte compromiso en cuanto al cuidado y la preservación del ambiente.
El mensaje del Papa nos lleva a que «nada de este mundo nos resulte indiferente» (LS 3), porque todas las «criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas» (Catecismo de la Iglesia Católica 339).
En virtud de esto, lo cristianos estamos «llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que Él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud» (LS 53).
Esto debe llevarnos a un serio compromiso y al análisis de nuestras conductas respecto del ambiente, el cuidado y la administración de los recursos naturales que el creador pone a nuestro alcance.
Como se ve, la Iglesia también se preocupa por la cuestión ecológica, ya que no es solo esta encíclica la que refiere a estas temáticas, sino que hay desde el catecismo, y otra serie de documentos, referencia a ello. Se pueden recorrer las citas bibliográficas de la encíclica para advertir la poca novedad de la temática. Sí, se pude citar la novedad en cuanto al lenguaje próximo y cercano que invita a una reflexión profunda y a un mayor compromiso con las futuras generaciones y el cuidado del ambiente.
Resulta interesante adentrarnos en el pensamiento del Papa, no solo con el enfoque en los ODS, sino incursionando en dos documentos de su autoría que ya van marcando con fuerza su línea de pensamiento, Evangelii Gaudium y Laudato sí.
El Papa Francisco se refiere a la necesidad de análisis y de enfoque integral de los problemas ecológicos, los cuales vincula con el cuidado de la casa común: el «deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social» (LS 43-47). El compromiso a que nos llama la encíclica nos impulsa a tener «en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima» (LS 43).
La presión y los excesos sobre el ambiente impactan sobre las personas y de modo más cruel e intenso sobre las poblaciones más vulnerables. La relación entre la cuestión ambiental, el bien común, y la protección de los más débiles se destaca a lo largo de la encíclica.
Cita con referencia a la Comisión de Justicia y Paz “que si bien es cierto que la desigual distribución de la población y de los recursos disponibles crean obstáculos al desarrollo y al uso sostenible del ambiente, debe reconocerse que el crecimiento demográfico es plenamente compatible con un desarrollo integral y solidario.” (LS 50)
Menciona asimismo que “deberían exasperarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se consideren más dignos que otros. (LS 90).
Dejamos de advertir que algunos se arrastran en una degradante miseria, sin posibilidades reales de superación, mientras otros ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras de sí un nivel de desperdicio que sería imposible generalizar sin destrozar el planeta.”
Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado. (LS 117)
La tarea del hombre de trabajar y cuidar de lo creado es la de un «administrador responsable» (LS 116), «a la vez que podemos hacer un uso responsable de las cosas, estamos llamados a reconocer que los demás seres vivos tienen un valor propio ante Dios y "por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria"» (LS 69).
El Papa, en otros puntos, invita a «llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas» (LS 15) de los problemas ambientales.
Destaca en este punto la importancia del desarrollo y la promoción de la ciencia y tecnología, destacando que por sí misma no implican un progreso o desarrollo, “porque la realidad, el bien y la verdad no brotan espontáneamente del poder tecnológico y económico” (LS 105).
Francisco también hace referencia a la vinculación entre ecología y trabajo. Cualquier trabajo digno, ya sea manual o intelectual, vincula al ser humano con el mundo, con su prójimo y con Dios.
El hombre recibe el poder de dominar el mundo para perfeccionarlo y transformarlo «en una hermosa morada donde se respete todo» (Pablo VI, Discurso a la Conferencia Internacional sobre el ambiente (1.VI.1972).
Por otra parte, propone «el ideal de armonía, de justicia, de fraternidad y de paz» (LS 82), que debe regir la «administración responsable», recordando que el “dominio” del hombre sobre lo creado debe tener en cuenta las palabras de Jesús: «Los poderosos de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Que no sea así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande, sea el servidor» (Mt 20,25-26).
«El análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente» (LS 141).
Por eso, la ecología integral incluye también aspectos que influyen en la vida social, como la economía, la política, la cultura, el deporte y cualquier actividad humana.
Laudato si nos presenta una concepción del ambiente en un sentido amplio, ya que ambiente no es solo aire, agua y tierra y lo que de ellos deriva. Por eso el Papa nos presenta el concepto de ecología económica, ecología cultural, ecología social y hasta ecología de la vida cotidiana. Esto, en sentido amplio por el impacto que tienen las decisiones económicas sobre el ambiente y por tanto sobre la vida de los hombres que habitan un territorio.
«….Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de “estar en casa” dentro de la ciudad que nos contiene y nos une» (LS 151).
En relación a Evangelii Gaudium, se pueden citar algunos puntos que tienen que ver con aspectos sociales que están muy bien planteados en la Agenda 2030 y los ODS, y son “la inclusión social de los pobres” y su contribución a “la paz y al diálogo social”. Plantea la exclusión como un asunto pendiente y vinculado a la ley del más fuerte, donde el poderoso come al más débil. Asimismo, critica la “teoría del derrame” que da por supuesto que el crecimiento y la libertad de mercado contribuyen por sí mismos a la equidad y la inclusión.
Dice el Papa, “la necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar”, no solo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que solo podrá llevarla a nuevas crisis. Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, solo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales” (n. 202).
Clama el Santo Padre: “¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común (…) ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres!” (pto. 205)
Cabe enumerar lo que citaba el Arzobispo de Aparecida, Monseñor Raymundo Damasceno Assis, como riesgos frente al desarrollo. En una presentación en la que comparte una reflexión de los Objetivos de desarrollo sostenible a la luz de la encíclica Laudato, expone los siguientes riesgos:
1- Insostenibilidad del sistema económico-financiero mundial.
2- Insostenibilidad social de la humanidad debido a la injusticia mundial. El sistema social mundial y la exclusión.
3- La creciente decadencia de la biodiversidad, pues el anhelo de aumentar la producción, que sostiene un patrón consumista de vida, permite el uso de tecnologías perniciosas al medio ambiente, lo que genera la extinción de especies.
4- La insostenibilidad del planeta debido al consumo humano desenfrenado.
5-El calentamiento global y el riesgo del fin de las especies.
Destaca Monseñor Assis, ante este planteo de riesgos, la importancia de la construcción de los objetivos para el desarrollo sostenible. También marca en su exposición una línea entre Laudato si, y la Agenda 2030 en cuanto tienen un propósito común que es garantizar la sostenibilidad de la vida humana y del planeta, nuestra casa común.
Con este recorrido de algunos documentos y otros aportes del ámbito eclesial, vale destacar lo que citaba el Santo Padre en la ocasión de la presentación dela Agenda 2030.
Decía el Papa en esa ocasión: No bastan, sin embargo, los compromisos asumidos solemnemente, aun cuando constituyen un paso necesario para las soluciones
La multiplicidad y complejidad de los problemas exige contar con instrumentos técnicos de medida. Esto, empero, comporta un doble peligro: limitarse al ejercicio burocrático de redactar largas enumeraciones de buenos propósitos –metas, objetivos e indicadores estadísticos–, o creer que una única solución teórica y apriorística dará respuesta a todos los desafíos. No hay que perder de vista, en ningún momento, que la acción política y económica, solo es eficaz cuando se la entiende como una actividad prudencial, guiada por un concepto perenne de justicia y que no pierde de vista en ningún momento que, antes y más allá de los planes y programas, hay mujeres y hombres concretos, iguales a los gobernantes, que viven, luchan y sufren, y que muchas veces se ven obligados a vivir miserablemente, privados de cualquier derecho.
Para que estos hombres y mujeres concretos puedan escapar de la pobreza extrema, hay que permitirles ser dignos actores de su propio destino.
En la ocasión el Papa Francisco hacía mención a las necesidades de formación, al acceso frente a diferentes oportunidades en igualdad de condiciones, al rol de las familia, la necesidad de vínculos para un desarrollo armónico en el que la educación está en la base de lo que se plantea como un desarrollo humano integral y el pleno ejercicio de la dignidad humana.
Agregaba, que la medida y el indicador más simple y adecuado del cumplimiento de la nueva Agenda para el desarrollo será el acceso efectivo, práctico e inmediato, para todos, a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda propia, trabajo digno y debidamente remunerado, alimentación adecuada y agua potable; libertad religiosa, y más en general libertad del espíritu y educación.
6. Conclusión
Finalmente, vale destacar la universalidad de la propuesta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la necesidad de un abordaje y compromiso que, como expresa el Santo Padre, tenga un rostro humano en cada propuesta. Por ello, con un serio compromiso y un trabajo articulado en el que el bien común esté por delante del bien personal, sumado al reconocimiento de unos límites éticos, el horizonte de esta agenda debe contribuir al progreso social y a un más elevado nivel de vida de cada habitante en cualquier lugar del mundo.
Este es el desafío, este es el compromiso. Trabajar con esta agenda y los ODS respetando las particularidades de los territorios, las comunidades y sus habitantes, de la mano del análisis de datos y estadísticas que contribuyan a la toma de decisiones orientando el progreso, la inclusión, el acceso a la educación y demás bienes básicos y esenciales.
El ideal como bien se ha difundido, es no dejar a nade atrás y por eso, como se indicaba al inicio, el eje de la Agenda se centra en la reducción de la pobreza, la garantía de los derechos humanos, el cuidado del planeta y la inclusión como eje de desarrollo y contribución a la paz y a la armonía entre los pueblos.
Esta alianza mundial a la que han adherido 193 países, requiere de un compromiso de cada país, de los gobiernos nacionales y subnacionales, de los gobiernos locales y de cada ciudadano en pos de un mundo mejor y una vida más digna para todos.
7. Bibliografía y webgrafía
- Exhortación apostólica. Evangelii Gaudium. Santo Padre Francisco. 2013
- Carta Encíclica Laudato sí. Santo Padre Francisco. 2013
- Hambre en el mundo. José Juan García. Enciclopedia virtual de Bioética. Universidad Católica de Cuyo, 2016.
- Transformar nuestro mundo. La agenda 2030 para el desarrollo sostenible
- Poner fin a la pobreza extrema: un imperativo moral y ético. Encuentro de Religiones por la Paz- América Latina y Caribe. Monseñor Assis. 2016
- Discurso Papa Francisco en la 70º Asamblea de Naciones Unidas. 2015
Webgrafía
- http://w2.vatican.va/content/vatican/it.html
- http://www.enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/284-hambre-en-el-mundo
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Martín de Roca, Graciela Beatriz, EL PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO SOBRE DEL DESARROLLO SOSTENIBLE, en García, José Juan (director): Enciclopedia de Bioética, URL:http://www.enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/302-el-pensamiento-del-papa-francisco-sobre-del-desarrollo-sostenible