INFORME SOBRE EL VIRUS DEL HAMBRE 2021

Autor: José Juan García

INDICE

1.- Introducción

2.- Causas del Hambre

3.- Actitudes

4.- Conclusión

5.- Bibliografía

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 1.      Introducción

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El hambre en el mundo es un escándalo que no termina. Hasta hace poco, antes de la pandemia del Covid-19 que azota al mundo, había una leve esperanza de que el fenómeno iniciara una curva descendente. El antiguo número de 800 millones de seres humanos que padecían el hambre y la desnutrición crónica, había bajado a 775 millones en dos años. Así, hasta el 2018. Pero el curso de la historia da muestras de retroceso. Coindice con el diagnóstico que el papa Francisco hace meticulosamente en el primer capítulo de la Carta Encíclica “Fratelli tutti”, respecto a las sombras de un mundo en crisis. Lo cierto es que el hambre ha aumentado, en el contexto global de una economía en recesión.

En cada minuto que transcurre, 11 personas están en riesgo de morir de hambre. Casi el doble de las víctimas provocadas por el CoVid 19, que acaba con la vida de 7 personas por minuto.

Es una verdadera alarma, que la enciende la conocida ONG británica “Oxfam”, con el reciente Informe de julio de este año 2021 y lleva por título “El virus del hambre se multiplica”, y que expone una fotografía de las causas y las dinámicas del aumento exponencial del hambre global desde el comienzo de la  pandemia: 155 millones de seres humanos, a quienes debería alcanzar la “Fraternidad universal” (promesa no cumplida del fin de la Modernidad), en este momento están bajo inseguridad alimentaria o desnutrición; o sea, 20 millones más que el año pasado.

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 2.      Causas

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Las guerras –fenómeno siempre injusto y hoy ya no más defendibles- aparece como la primera causa del hambre: 2 personas cada 3 – casi 100 millones en 23 Países – viven áreas de conflicto. Más de medio millón que se suman en el último año, y  se encuentran al filo de la carestía.  No olvidemos los conflictos bélicos en países como Etiopía, Somalia, Sudán del Sur, Siria, Yemen, Afganistán, la misma Colombia. Han aumentado en forma exponencial el número de personas en inseguridad alimentaria. No olvidemos, de paso, que los bloqueos por razones ideológicas o políticas, han hecho uso del hambre provocado en la sociedad civil, y así doblegar voluntades. Un ejemplo fue la hambruna que conoció Ucrania desde los años 30 bajo la dictadura de Stalin, quien no permitía separación alguna de aquél país respecto a Moscú. La escasez de alimentos y fármacos en tres duros inviernos, acabó con la vida de millones de personas.

Junto al impacto negativo de los conflictos en curso, a pesar de los llamados al cese de fuego de varios líderes mundiales, se suma la crisis económica y el progresivo empeoramiento de la emergencia climática. El vertiginoso aumento de la desocupación global y las prolongadas interrupciones del ciclo de la producción alimentaria, han causado un aumento del 40% de los precios globales, llegando a ser el más alto de los últimos 10 años. En no pocos países, el porcentaje de aumento de los precios en alimentos, ha llegado a ser del orden del 60% a lo largo de un año.

A los países mencionados en conflicto, hay que sumar Brasil e India, golpeados duramente por el hambre, aunque posean tecnología y tierras para proveer a toda la población. Con frecuencia se olvida que la primera deuda, es la deuda social interna.

La emergencia es global y afecta sobre todo a los más vulnerables de la población, a partir de las mujeres, que en muchos casos –en vez de seguir el natural derrotero del empoderamiento- son capaces de renunciar al plato en la mesa para saciar el hambre de sus propios hijos, y además viven en contextos de tensión, abuso y violencia.  El Hambre muestra su rostro de  arma civil para determinadas situaciones de conflicto.

Otro ítem para tener en cuenta en el análisis: la carrera armamentista, que parece nunca acabar. No obstante la pandemia, el gasto militar global ha aumentado en  51.000  millones de dólares, una cifra seis veces superior al total del financiamiento pedido por la ONU para hacer frente al crecimiento de la desnutrición y el hambre a nivel mundial. Los conflictos señalados anteriormente han significado el desembolso de 48.000 millones, cifra record en gastos, a fines de 2020.

La pandemia también ha agravado enormemente las desigualdades: la riqueza de los 10 hombres más ricos del planeta ha aumentado en 413 millones de dólares promedio el año pasado. Más datos lo encontramos en el mencionado Informe Oxfam 2021.

Finalmente, no olvidemos que el mapa del hambre coincide con el mapa del analfabetismo. Ambos temas están entrelazados. A más educación, más libertad. Obviamente, el camino contrario es un vector que comunica con nuevas esclavitudes.

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3.      Actitudes

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Convengamos que el Hambre en el mundo es un mal, al menos tanto como el virus de la pandemia. “Tengo hambre” es una frase que refiere a la ausencia de un bien que es debido a la condición humana. Es un mal en sí, que llega al escándalo.

“Tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me saciaste…” (Mt 25, 30). Es Jesús mismo el que nos pide una actitud no consumista ante la vida. El consumismo exasperado es alienante, narcisista, ajena al dolor del otro. La serena austeridad en cambio, se abre al don del compartir y crea un hábito de vida saludable.

Se requiere también crecer en capacidad de crear condiciones de trabajo digno para hacer desaparecer este mal, y hacer crecer en cambio, el pan de la esperanza. El que no trabaja es como un “excomulgado”, no de la Iglesia, que es madre, sino de la sociedad civil que lo margina y excluye. De ahí la necesidad de la “mejor política” que busca incluir y progresar.

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4.      Conclusión

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No podemos dejar las cosas como están. Cristianos o no, creyentes o no, el tema del hambre toca a todos. Nadie puede vivir tranquilo “como si” este problema no existiese. Las periferias geográficas y existenciales nos gritan a voces. Y el hambre, además, no es una enfermedad… pero las atrae. Un desnutrido es fácil blanco de las patologías varias y acorta su expectativa de vida. En Suecia la expectativa de vida es de 80 años. En Angola, de 42.

Globalizar la proximidad, cuidar del frágil, ser sensibles al grito del pobre, alimentar en nuestro corazón al buen samaritano que duerme, son actitudes que hoy el mundo necesita. El hambre no espera. Ya Benedicto XVI insistía en su Encíclica “Caritas in Veritatis” en Globalizar la Solidaridad. Porque ésta será siempre el nuevo nombre de la paz social, y el bálsamo que llena de amor el corazón sediento.

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5.      BIBLIOGRAFÍA

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- Caparrós, M. (2014) “El hambre”, Barcelona, Ed. Anagrama.

-Francisco I (2015), “Carta Encíclica Laudato SI´”, Roma, Casa Editrice Vaticana.

-Francisco I (2021), Encíclica “Fratelli Tutti”, Roma.

-García, J. (2006) “Compendio de Bioética, Buenos Aires, Ed. Córdoba.

-Informe “Oxfam” (2021) “El Virus del hambre se multiplica”, Londres.

-Moratinos, M. (2016) “La lucha contra el hambre”, Madrid, Ed. Turpial.

 

Última modificación: Tuesday, 20 de July de 2021, 19:28