Adicciones: una mirada desde la Bioética

Autor: José Juan García

Índice

1. Resumen/Abstract

2. Introducción

3. El Consumo Problemático de Sustancias Psicoactivas

4. ¿Por qué las Drogas? Mirada Integral 

4.1.   Dimensión Individual

4.2.   Drogodependencia: mirada científica

5. Prevención

6. El máximo daño: adicto desde la vida intrauterina

7. Conclusión

8. Bibliografía

1.    Resumen

El presente trabajo estudia el amplio tema de las Adicciones, ese estado de intoxicación crónica producido por el consumo habitual de una droga natural o sintética. Analizamos no en forma exhaustiva los componentes fisiológicos de la droga en el funcionamiento del cuerpo humano, sus efectos y consecuencias. Nos detenemos en el rico espacio de la prevención, en sus diversas expresiones e instamos a dejarnos estimular por ellos, a fin de evitar el consumo de sustancias psicoactivas.

Abstract

This paper studies the broad issue of Addictions, that state of chronic intoxication produced by habitual consumption of natural or synthetic drugs. We do not approach an exhaustive analysis about the physiological components of the drug in the human body functioning, its effects, and consequences. We rest on the richness of the prevention area aa well as its various expressions, and urge ourselves to be stimulated by them, in order to avoid psychoactive substances consummation.

2.      Introducción

El mundo pareciera intoxicado. Las adicciones se han incrementado en estos últimos tiempos y parecieran dispararse en varias flechas. Pero ¿qué entendemos por adicción? ¿Por qué pensamos que constituye un mal para la persona y la sociedad? ¿Podremos liberarnos de estas cadenas?

La adicción según la Organización Mundial de la Salud es un “estado de intoxicación periódica o crónica producido por el consumo repetido de una droga natural o sintética”; diversas hipótesis destacan el protagonismo de factores biológicos predisponentes y desencadenantes, señalando la importancia de una personalidad vulnerable para aquellas personas que consumen. La investigación científica ha tratado de identificar factores individuales, familiares y sociales, haciendo referencia especialmente a los avances que provienen de la investigación genética, la neurobiología, y la psicología.

La vulnerabilidad, y la falta de verdadera información, motivan el uso de drogas durante la adolescencia, período de grandes cambios físicos y psicológicos. También los adultos pueden experimentar un consumo abusivo, cuando faltan motivaciones existenciales y pérdida del sentido de la vida.

Drogarse, es una acción nociva porque lleva implícita la renuncia a actuar como una persona libre. No se puede hablar del derecho a la droga porque el ser humano no tiene derecho a atentar contra sí mismo ni a profanar la dignidad humana, valor intrínseco que hace referencia a la persona misma.

Lamentamos no poder abarcar exhaustivamente el delicado tema que nos ocupa. Son sólo algunas reflexiones que pueden ayudar a profesionales de la salud y a docentes interesados en el particular.

3. El Consumo Problemático de Sustancias Psicoactivas

La distinción más común hoyes aquella que distingue entre drogas blandas y drogas duras[1]. Las blandas son derivadas del cannabis: hachís, marihuana y también LSD. Estas tendrían un efecto menos nocivo sobre el organismo y un condicionamiento menor y más lento. Las drogas duras son las que, por el contrario, instalan más rápidamente el mecanismo de dependencia, e inciden de modo más nocivo en el organismo. En esta categoría se incluyen los opiáceos, como la morfina y la heroína, obviamente además de la cocaína y los barbitúricos. Las drogas hasta pueden provocar la muerte súbita por sobredosis y degradan progresivamente a la persona adicta. Se ha llegado a definir el “consumo abusivo”.

A partir de la década de 1980, aparece un nuevo paradigma en el campo de la prevención, la Reducción de Daños y Riesgos, y desde esta perspectiva dicha prevención tiene como objetivo evitar los efectos no deseados del uso de drogas, a través de la promoción de los efectos agradables que ellas provocan cuando se toman precauciones en el consumo y se fomenta el conocimiento de la sustancia a consumir.

Lo cierto es que el consumo no para. En el año 2010, “La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, estima que entre 155 y 250 millones de personas en todo el mundo (3,5 a 5,7% de la población entre 15 y 64 años de edad) consumieron sustancias ilícitas en 2008. A nivel mundial, los consumidores de cannabis constituyen el principal grupo de consumidores de drogas ilícitas (entre 129 y 190 millones de personas). En varios países la marihuana ya es legal. Le siguió en volumen de consumo el de sustancias del grupo de las anfetaminas y a continuación la cocaína y los opiáceos.
En el epicentro del consumo de drogas se encuentran los “consumidores problemáticos”, es decir, aquellos que se las inyectan y son considerados drogodependientes, y por tanto sufren graves repercusiones de índole social y sanitaria.

La Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico en nuestro país, ya contaba con los primeros datos de un vasto estudio que revelaba que ya en 2011, 12 % de los estudiantes de entre 13 y 17 años probaron por lo menos una vez estupefacientes. Las cifras crecen día a día.

“El consumo de tabaco y alcohol se configuran como factores de riesgo para el consumo de marihuana y cocaína. Entre los estudiantes que fumaron en el último año, el consumo de marihuana fue del 30,2%, mientras que entre los no fumadores, esta tasa es del 3,2%. Con una distancia menor, entre los fumadores, el consumo de cocaína es del 8,1% frente al 0,7% en el grupo de los no fumadores. Entre los estudiantes que tomaron alguna bebida alcohólica en el último año, el consumo de marihuana es del 15,8% frente al 1,2% del grupo de los que no bebieron. Y el consumo de cocaína es del 4,1% y 0,3% respectivamente, nos dice un Informe de la Sedronar de 2012. Tomar alcohol se torna adictivo no solo por la repetición del acto sino por tomar buscando el efecto que produce. Este es el patrón de comportamiento de la drogadependencia.

Aclaramos que factores de riesgo son aquellos que explican las condiciones en que se hace probable el consumo de alguna sustancia psicoactiva, pero no necesariamente son causa de consumo. Algunos ejemplos de los factores de riesgo son: la existencia del mercado negro de drogas, la marginalidad, la exclusión social, la falta de oportunidades, la falta de comunicación o la poca tolerancia a la frustración, la tolerancia social. Como contraparte, existen también los factores de protección: fortalecimiento de la autoestima, los vínculos familiares sanos, la tolerancia a la frustración, el autocuidado, el buen uso del tiempo libre, el deporte, etc.

La realidad nos demuestra que ninguna droga es inofensiva, pues del uso se puede pasar a un deseo imperioso de consumo, instalándose el patrón desadaptativo de la adicción.

“La Organización Mundial de la Salud a través de datos aportados señala que el consumo nocivo de bebidas alcohólicas causa 2,5 millones de muertes cada año y unos 320. 000 jóvenes de entre 15 y 29 años de edad mueren por causas relacionadas con el consumo de alcohol, lo que representa un 9% de las defunciones en ese grupo etario”[2]. 

4. ¿Por qué las Drogas? Mirada Integral 

Considerar a la adicción desde una mirada que incluya todas las dimensiones, supone un desafío en el abordaje terapéutico. Implica no sólo considerar al consumidor de drogas, sino también a la familia y a la sociedad como grupo amenazado por este flagelo.

¿Por qué una persona recurre a las drogas? ¿Cuál es la causa por la que un individuo es capaz de arriesgar todo por esa adicción que lo posee? ¿Cuáles son los factores que incrementan su consumo? Si no intentamos aclarar este punto, cualquier esfuerzo por incidir seriamente en la prevención, no rendirá los frutos deseados.

4.1. Dimensión Individual

Los factores de riesgo de tipo individual que favorecen el consumo de drogas están ligados a condiciones psicológicas y conductuales, y los problemas de salud mental son actitudes favorables al consumo y búsqueda de sensaciones. El ingreso de sustancias psicoactivas en el organismo implica una serie de modificaciones en la percepción y la conciencia, puesto que ningún producto tóxico es irrelevante y el consumo abusivo expone a circunstancias inesperadas.

Es sabido por todos que en los años ‘60 y ‘70, el consumo de drogas fue un signo distintivo de un movimiento ideológico contestatario; era el síntoma de una actitud de protesta enérgica. Hubo un líder de esta ideología que expresaba esto: “Hablar con un drogadicto es como hablar con un terrorista; lo convences solo si interpretas la intensidad de su odio y das una esperanza de expansión colectiva a la riqueza de su deseo”[3].

El consumo riesgoso ocurre principalmente durante los fines de semana, cuando existe mayor tolerancia social y del entorno, siendo en muchos casos las drogas socialmente permitidas, puerta de entrada para las drogas ilegales.

Los efectos conductuales del alcohol en forma aguda varían según la ingesta y los factores biológicos y psicológicos. El beber da valor para afrontar conflictos para los cuales el adolescente no se siente preparado. Jóvenes y adolescentes tienden a hacer rituales en forma reiterada, como preparación de lugares de encuentro con sus pares: esa “previa” le permite al joven ser desinhibido y perder su timidez.

4.2. Drogodependencia: mirada científica


En el cerebro se procesa toda la información sobre los distintos estados psicológicos y sobre la determinación de las conductas. De ahí la importancia de los hallazgos científicos, que buscan identificar regiones cerebrales comprometidas con la urgencia de consumir drogas.

La estructura química de las sustancias psicoactivas es muy similar a la de ciertos neurotransmisores por lo que pueden alterar temporalmente el funcionamiento habitual del organismo humano, actuando como agonistas o antagonistas de los receptores celulares.
El mundo científico sigue aportando fundamentos sobre el comportamiento de cómo el consumo de cannabis perjudica la memoria y altera el estado de ánimo, señalando como responsables a un tipo de células gliales -astrocitos-.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó la adicción a las drogas como enfermedad por presentar las siguientes características:

 

- Etiopatogenia
- Base Biológica
- Historia Natural
- Fenomenología Clínica
- Manejo Médico-Integral- Interdisciplinario

Al hablar de adicción como enfermedad, es imposible separarla del concepto de farmacodependencia [8] y de la manifestación de diversos síndromes que pueden acompañarla.

Dependencia Física: Situación en la que, si hay privación, el organismo presentará manifestaciones, que pueden llevar a episodios de angustia y/o ansiedad, conocidas como “Síndrome de Abstinencia”. Esta dependencia física deriva de un proceso de adaptación a la droga independientemente de la voluntad del individuo.

Dependencia Psíquica: Existencia de un impulso irrefrenable que exige la administración de la droga para producir placer, evitar un malestar o evadirnos de un trance difícil.

5. Prevención

En este tema, es la palabra clave. La prevención de adicciones es el conjunto de acciones que promueven la salud de las personas para hacer desaparecer la posibilidad del consumo de drogas. “No existe una única estrategia de prevención que se pueda aplicar a todos los casos, no hay recetas ni moldes”[4]. No obstante, nos animamos a señalar como elementos de prevención:

a)   La familia contenedora y una dinámica familiar positiva serán factores de protección hacia el consumo de sustancias. Una familia que ayuda a madurar en principios y valores se transforma en un instrumento privilegiado para promover una educación integral y saber prever los riesgos del consumo. La familia es la primera contenedora de la persona y forja convicciones profundas.

La familia juega un papel importante en los patrones de consumo de drogas psicoactivas; la escucha, el diálogo y la cercanía es un desafío para ella. Los controles familiares débiles y la inestabilidad de vínculos, son algunas de las causas que impiden que la familia sea el agente preventivo natural. El nivel de atención por parte de los padres sigue siendo un factor de riesgo y protección fuertemente asociado al consumo de drogas. Los estudiantes cuyos padres tienen actitudes de menor atención y cuidado presentan una mayor tasa de consumo de drogas socialmente permitidas e ilegales, a medida que la protección aumenta, el consumo disminuye. Una familia se configurará como un factor de riesgo cuando en la misma, se promuevan actitudes de consumo abusivo, habiendo renunciado a la transmisión de los valores morales.

b)   Vínculos Sociales

La persona humana necesita la vida social, pues es una exigencia de su naturaleza donde el hombre a través de las relaciones interpersonales desarrolla sus capacidades. Una organización social se constituirá en un factor de riesgo claro frente al uso experimental de drogas, si se caracteriza por exclusión social. Los niveles de tolerancia social al consumo, como así también la disponibilidad de drogas ilícitas, o una publicidad sin límites de tabaco y alcohol, definen la disponibilidad y accesibilidad a las sustancias y éstas están asociadas a mayores tasas de consumo.

Por el contrario, una sociedad que incluye el fortalecer los vínculos parenterales y filiales, e incluso mediante el diálogo llevar adelante proyectos laborales y de desarrollo individual y social, genera factores de protección frente al consumo.

Frente a la realidad de una cultura con poco o nada de valores, nuestra vocación docente nos invita a dejar de lado nuestras individualidades y elaborar estrategias de abordaje desde lo preventivo-asistencial, teniendo en cuenta la visión integral de la persona humana.

c)        Manejo Integral de la Enfermedad

Es quehacer exclusivo del equipo multidisciplinar y del equipo médico restablecer la reinserción del paciente, primero a su entorno familiar, luego al social. Esta prioridad se debe tener en cuenta en todo tratamiento donde lo prioritario es la incorporación de nuevos hábitos, o sea, patrones de conductas fundados en valores y a través de una reeducación. El tratamiento tiene como objetivo erradicar toda forma de consumo en el adicto y su entorno familiar.

Competencia y responsabilidad en la calidad de la asistencia, deben estar presentes en el abordaje de la patología adictiva ya que estamos frente a una enfermedad contradictoria. Hemos de tener en cuenta que el adicto no se considera enfermo, minimiza su deterioro físico y psicológico ocasionando situaciones de violencia y disturbios. La misma negación que refiere el adicto, es utilizada por su familia, transformándose en codependiente.

Los profesionales de la salud estamos llamados a lograr un nuevo paradigma, un cambio cultural donde la formación de una conciencia moral y la promoción de la vida humana, sean signos claros de esperanza. Inmersos en una gran cultura mediática, tenemos la necesidad de promover la formación de comunicadores competentes y comprometidos que iluminen la realidad y la transformen, no sólo a través de la capacitación técnica, sino también con la presencia de valores humanos que contemplen a  la dignidad, como centro de toda la vida social.

Mitigar el dolor o curar las consecuencias de trastornos somáticos o psicológicos, es en principio una obra de caridad que nace espontáneamente del obrar médico, y puede llegar a ser un deber si esas alteraciones dificultan ejercicio de otros deberes de orden superior. De ahí que sea lícito el uso de drogas, cuando se busca un fin terapéutico, incluso si llegara a producir la pérdida temporal de la conciencia.

- En situación de Abuso: Las modificaciones de la conducta y de la personalidad que algunos de estos productos ocasionan, podrían ser aprovechados por algunos grupos para mantener bajo su control a determinados individuos, lo que determinaría una ilegítima interferencia en la autonomía personal. Si el abuso consiste en un exceso de dosis, tal conducta es reprobable por el daño que puede ocasionar a la salud.

En la raíz del abuso de alcohol y de estupefacientes- no obstante la dolorosa complejidad de las causa y de las situaciones- existe comúnmente un vacío existencial, debido a la ausencia de valores y a una falta de confianza en sí mismo, en los otros y en la vida en general. A ese vacío existencial hay que dedicarle su importancia, pues la vida sin sentido es puerta abierta a la escapatoria de las adicciones.

El consumo de drogas psicoactivas altera el uso de la razón, de la libertad y de la voluntad alterando esencialmente los procesos del pensamiento con deterioro progresivo de la memoria. No se puede hablar de libertad verdadera donde se destruye una vida, ni vida asumida en plenitud, donde se priva de libertad.

Por eso, además de la prevención, debe existir la represión eficaz de la producción, distribución y comercio de drogas, tarea esta propias de las fuerzas de seguridad y de claras directivas políticas. A ello hay que sumarle la solidaridad civil, o sea, la colaboración de padres y amigos de los drogodependientes [5].

6. El máximo daño: adicto desde la vida intrauterina

Cuesta imaginar cuánto daño podemos hacer a un ser inocente, si la madre y el padre son consumidores abusivos. El consumo de drogas durante el embarazo puede producir problemas de origen biológico y psicológico, y entre los riesgos biológicos debido a la conexión materno-fetal se puede señalar: mayor incidencia de partos prematuros, bajo peso al nacer, síndrome de abstinencia post-parto y comportamientos propios de la toxicomanía. 
Profundizar en la biología de la generación de un nuevo ser, significa comprender la absoluta unicidad e irrepetibilidad del individuo. Desde lo psicológico la mujer embarazada que consume drogas, evidencia una falta de valores que la llevan a descuidar su estado y a obtener a través de la droga solamente su propia satisfacción. 
Estudios científicos revelan consecuencias en la vida intrauterina por consumo abusivo de drogas psicoactivas, muestran por primera vez a una población que nunca es considerada, los fetos, marcando un antes y un después, ya que deja bien en claro que los bebes alcanzados dentro de la madre por el uso de sustancias aportan marcadores biológicos presentes en el meconio, al que sólo pueden llegar a través de la madre[6].

7. Conclusión


No estigmatizar sino liberar. No juzgar sino ayudar. Son las claves de todo tipo de ayuda que podamos brindar desde lo profesional para las personas que han caído en alguna forma de adicción.

Pero la última palabra la tiene la vida misma. Re-educar en clave de esperanza, porque de este conflicto agobiante se puede salir. La persona se deja condicionar fuertemente por las drogas, pero no necesariamente sofoca su libertad. Esta puede resurgir para el bien integral, y de hecho muchas historias de vida así lo muestran.

“La adicción es una enfermedad, con mecanismos de acción que le son propios, en los cuales se percibe la fragmentación que debilita y cuestiona los vínculos del joven, sumándose a esto la “crisis de identidad personal” que atraviesa el adolescente, considerada vulnerable para el inicio del consumo. La ética en el manejo de esta enfermedad presenta un gran desafío, lograr simultáneamente el bien del que actúa, el bien de la sociedad y el aporte al conocimiento del mundo científico”[7].

8. Bibliografía

BERGOGLIO, J. M., Ponencia en el Primer Congreso Regional de Pastoral Urbana, Dios vive en la Ciudad, Bs. As., 2011.

BOLTON, R., Adolescencia y Adicciones, Ed. Santa María, Bs. As., 2012.

Carta Encíclica Evangelium Vitae a los Obispos, a los sacerdotes y Diáconos, a los Religiosos y Religiosas, a los Fieles laicos, sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana. 25 de marzo de 1995.

MINISTERIO DE SALUD, Problemas Sociales de Salud Prevalentes, Módulo 10, Graphicom, Bs. As., 2006.

SGRECCIA, E., Manual de Bioética, T II, Madrid, 2014.

 



[1] SGRECCIA, E., Manual de Bioética, T II, B.A.C., Madrid, 2014, pág. 295. Allí hay bibliografía abundante.

[2] OMS, El consumo nocivo de alcohol. Nota descriptiva, N° 349, febrero de 2011.

[3] T. NEGRI, en Re Nudo 37 (1975) 9.

[4] MINISTERIO DE SALUD, Problemas Sociales de Salud Prevalentes, Módulo 10, Graphicom, Bs. As., 2006, pág. 47.

[5] Cfr. V. DE FILIPPIS – G. MIRANDA, “Aspetti etici emergente nella tossicodipendenza: la ´riduzione del danno´”, Medicina e Morale 3 (1995) 489-500.

 

[6] Los datos presentados en el II Congreso de Neonatología, en Uruguay, hablan a las claras: “El 41, 7 había fumado durante el embarazo, el 37 % de las madres había tomado alcohol, el 16, 5 % había tomado tranquilizantes, el 68 % había consumido más de 400 mg diarios de cafeína, el 1, 5% había fumado marihuana, y el 0, 4% había consumido pasta base”. Ponencia del Dr. Hugo MIGUEZ, Arch. Pediatr. Urug. 78, 2 (2007) 122-132, www.sup.org.uy

 

[7] BERGOGLIO, J. M., Ponencia en el Primer Congreso Regional de Pastoral Urbana, Dios vive en la Ciudad, Bs. As., 2011.

Última modificación: Tuesday, 20 de December de 2022, 17:10