HOSPITAL

Autor: Elena Lugo

ÍNDICE

1. Introducción
2. Breve reseña histórica
3. Perfil: Rasgos distintivos del hospital católico
3.1 Rasgos externos
3.2 Rasgos internos: Fe, Esperanza y Caridad
3.3 Respeto incondicional a la dignidad inherente de la persona humana 
3.4 Opción por los pobres 
3.5 Respeto por la vida
3.6 Ética cristiana en los procedimientos
3.7 Acercamiento holístico
3.8 Cuidado pastoral 
3.9 Un ethos cristiano de amor
3.10 En síntesis
4. Desafíos actuales 
4.1 La perspectiva del "welfare state" o estado propulsor del bienestar 
4.2 La secularización de la sociedad
4.3 Factor ocupacional y económico 
4.4 Globalización
4.5 Mass Media
4.6. Legislación hostil
5. Conclusión


Notas
Bibliografía consultada

1. INTRODUCCION

Una institución es una colectividad de individuos en comunidad de tareas que colaboran complementariamente en expresar y desarrollar deliberadamente la visión, misión y principios operativos que identifica, hacia el interior como hacia el exterior, la razón de ser de la entidad. Así una institución asume una posición y perspectiva en un espacio moral reconocido por la sociedad en su momento histórico y contexto social, pero también inspira una atmosfera interna que convoca y une a los integrantes en un esfuerzo común por mantener continuidad con una tradición o finalidad universalmente definida. Cada institución cuenta con una responsabilidad de responder a las expectativas actuales y a la vez con un compromiso enraizado en la comprensión permanente de las exigencia de la humanidad. La institución sanitaria en especial plantea esta doble cuestión: la cultural y la antropológica.

Desde el punto de vista ideológico y cultural, se suele distinguir entre el hospital civil y el hospital católico. En lo que se refiere al hospital civil o cívico, éste es de propiedad del Estado y tiene un valor más jurídico para distinguirse del hospital religioso; como servicio estatal, es aconfesional y éticamente pluralista. La institución hospitalaria católica , bien sea como centro promovido por la Iglesia o por una comunidad de laicos unidos en una espiritualidad católica, intenta hacer el bien a las personas, a través de la curación o el acompañamiento, tratando de evangelizar desde el testimonio de la caridad, unido cuando es oportuno a la acción catequética y sacramental.

Sin embargo, en el curso de los años la atención a los aspectos legales y estructurales han reducido a lo mínimo, al menos desde el punto de vista jurídico, las diferencias entre el hospital católico y aquel civil. Ambos hospitales deben afrontar los mismos problemas de orden económico, cultural y técnico-científico.

Dependiendo de la envergadura de la institución católica habrá un gran número de profesionales que serán católicos y compartirán la filosofía asistencial, pero hay otros muchos que no lo son, que enriquecen con sus valores el proyecto asistencial pero que en algunos aspectos no lo comparten por estar distanciados de la Iglesia o por pertenecer a otras confesiones.

Además, hoy hay muchos pacientes y familiares que no comparten la forma católica de orientar la vida desde la fe en Jesucristo y que deben ser comprendidos y respetados en sus formas de ver la realidad y de enfocar su existencia, en el vivir la enfermedad y la muerte.

El perfil distintivo del hospital católico en su interactuar con hospitales privados seculares o de otras religiones, como con hospitales públicos es tema de interés actual: ¿Se trata de cooperación complementaria o se trata de conflicto? En todo caso se precisa entender la identidad que un hospital católico debe reconocer y con integridad implementar en todas sus acciones.

Asi lo hace presente el Cardenal Fiorenzo Angelini al decir “Como siempre he afirmado, un hospital, en cuanto católico, no tiene el deber de ser diferente de los demás hospitales o estructuras sanitarias análogas; simplemente está llamado a ser o por lo menos a esforzarse a ser mejor de los demás, porque seguir a Cristo en la asistencia al que sufre es poner al servicio del enfermo lo máximo de la propia profesionalidad con generosa entrega, pero permaneciendo firme - como ha escrito Juan Pablo II - que, por más que sea importante e indispensable, ninguna institución puede por sí sola sustituir al corazón humano, a la compasión humana, al amor humano, a la iniciativa humana, cuando se trata de ir al encuentro del paciente”1.

La antropología que inspira el cuidado de la salud es decisivo. El cuidado del hombre que sufre depende absolutamente de la idea que se tiene del hombre en general. Si su horizonte es sólo aquel terreno, entonces el cuidado del enfermo se puede limitar al cuidado sólo de la parte que sufre, reduciendo así la persona a una de sus partes. En cambio, si el hombre es considerado en su integralidad, es decir, en sus dimensiones tanto corporal como psicológica y espiritual, seguramente el cuidado no se detendrá sólo a la parte enferma, sino tratará, al menos tendencialmente, de ocuparse también de la salud de las restantes, ya que se enferma toda la persona y no sólo un órgano. Se puede afirmar, pues, que de un concepto de hombre, se desprende un concepto de salud, de sanidad y de estructura hospitalaria.

Anticipando el desglose de su perfil, se puede decir que el hospital católico es el lugar en el que vive un sujeto personal y comunitario que, inclinándose amorosamente sobre la necesidad de salud, propone al mismo tiempo al paciente, a los familiares o al agente sanitario, a Jesucristo como camino a la verdad y a la vida. En una palabra: es el lugar en el que nos educamos, precisamente a través del cuidado, a la experiencia que ni la enfermedad y ni siquiera la muerte son al final un obstáculo para lafelicidad. Es el lugar en el que, bajo la forma más elevada, se documenta la verdad de la paradoja paulina "alegres en el dolor" (2 Co 6, 10).

 

2. BREVE RESEÑA HISTORICA

A lo largo de los siglos, la Iglesia ha considerado con vehemencia que “el servicio a los enfermos forma parte integrante de su misión" y las razones son múltiples: - Porque a través del cuidado a los enfermos obedece al mandato recibido de su Señor: Id, predicad el Evangelio y sanad a los enfermos; - Porque sigue el ejemplo de su Maestro que drante su vida terrena se rodeó de pobres y de enfermos; Porque "la santa Iglesia se reconoce por este signo de la caridad", "la caridad, en efecto, es el corazón de la Iglesia: sin la caridad la Iglesia no es la Iglesia de Jesucristo"; - En fin, porque la caridad es el camino privilegiado para hacer creíble el Evangelio: "Si ves la caridad - escribe san Agustín - ves la Trinidad".

Según Rosario Messina, en el curso de los siglos, la Iglesia ha hecho surgir de su seno muchas instituciones religiosas con la finalidad específica de promover, organizar, perfeccionar y extender la asistencia a los enfermos. A su vez, los misioneros, al realizar la tarea de evangelización, asociaron constantemente la predicación de la BuenaNueva a la asistencia y el cuidado a los enfermos (DE.l).

Como consecuencia de la actividad curativa de Jesús y de la atención de la Iglesia en favor de los enfermos, se formó muy pronto algo parecido a los ‘hospitales'. Se entiende que estos inicios se mueven todavía en el marco de una asistencia general a los enfermos, a los pobres y a los ancianos. Se pueden destacar al menos dos:

1. En Roma, Fabiola fundó un hospital en el que ella misma servía. S. Jerónimo escribe al respecto: "Cuántas veces ella misma cargó sobre sus hombros a enfermos afectos de lepra y gangrenosos. Cuántas veces desinfectó heridas en supuración, que otro ni siquiera habría osado mirar. Les daba de comer con sus manos y hacía que estos cadáveres vivientes tomaran poco a poco tazas de caldo".

2. En Ostia, Pammachio fundó un hospital del que se hán encontrado los cimientos. Jerónimo le escribe: "Ha llegado a mis oídos que has fundado en Porto Romano (Ostia) una residencia para los peregrinos y que has trasplantado en la costa de Italia un retoño del árbol de Abraham. Y como Abraham que quiso servir personalmente a sus huéspedes, igual cosa haces tú en tu asilo para imitar la humildad del Salvador".

Sólo posteriormente tendrán lugar ciertas diferenciaciones en las varias instituciones. Hasta laEdad Moderna los hospitales eran lugares de refugio para necesitados de todo tipo y los enfermos eran únicamente un grupo entre muchos.

Sobre todo la evolución del siglo XVIII conduce a una diferenciación de las instituciones con respecto al hospital en el sentido estricto del término: las personas son acogidas durante el tiempo requerido por la enfermedad; existe una asistencia médica y de enfermería práctica a favor de los pacientes; los hospitales se convierten en edificios construidos adecuadamente para la asistencia temporal de los enfermos; hay un control médico de la asistencia general al enfermo. Muy pronto aparecen las secciones para maternidad, para las enfermedades infectivas, los hospitales militares y los sectores de medicina interna y quirúrgica. Una importante diferenciación tiene lugar en el área de lengua alemana por voluntad del emperador austriaco José II, que dividió los institutos de asistencia en cuatro categorías: hospitales para enfermos, institutos de maternidad, institutos para enfermos mentales y casas para ancianos. Contemporáneamente, se da un paso importante hacia la secularización de la asistencia hospitalaria en Europa central.

En el siglo XIX, sobre todo en Alemania surgieron muchos hospitales religiosos especialmente con el nacimiento de numerosas órdenes femeninas. Generalmente, al comienzo sólo los pobres acudían a los hospitales. Dichas instituciones no contaban con equipos técnicos y posibilidades de asistencia con respecto a una casa privada en la que se llamaba al médico. Después de los movimientos revolucionarios de 1848, que implicaron a muchos países de Europa, aumentaron de manera casi explosiva las iniciativas de federaciones y de asociaciones, fundaciones civiles y religiosas y las congregaciones y gracias a la libertad reconquistada por la Iglesia surgieron numerosos hospitales.

Pero es preciso reconocer un período triste y crítico de la historia de la caridad que fue el Humanismo, definido por alguien como “inhumano". Las causas fueron diversas y complicadas y numerosos los problemas. Se indican aquí solamente tres fenómenos:

1. la Iglesia deja gradualmente a las autoridades laicas municipales la gestión y la conducción de las antiguas estructuras caritativas, en particular los hospitales. La asistencia en general, ya no es vista como caridad, sino como compromiso y deber del Estado; más que en hermano, el enfermo se convierte en un ciudadano sujeto dederechos. El interés material y el lucro comienzan a prevalecer sobre la caridad;

2. los influjos de un falso humanismo que quiere exaltar al hombre separándolo de su fuente que es Dios, se dejan sentir también dentro de las Cofradías y de las Ordenes religiosas, que pierden su fervor original; algunos decaen hasta el punto de extinguirse o ser suprimidos por el Papa. Las consecuencias las sufrió ante todo el enfermo porque la atención de los enfermos ya no estuvo a la altura de los magníficos hospitales que los acogían;

3. Los influjos de un neo-paganismo, llamado humanismo, se introdujeron con modos y medidas diferentes dentro de la misma Iglesia institucional. Sin el necesario fervor transmitido por obispos y faltando una vida espiritual alimentada por la oración y por los sacramentos, los enfermos comenzaron a ser tratados con frialdad, indiferencia y abandono. El pasaje de parte de la Iglesia de la caridad medieval a la asistencia moderna es crítico y doloroso.

Pero la promesa que Jesús hiciera a Pedro de que las fuerzas del mal nunca habrían prevalecido contra su Iglesia, se hace puntualmente realidad. La celebración del Concilio de Trento, el florecer de una multitud de santos y el nacimiento de numerosas órdenes religiosas, muchas de las cuales con la vocación de servir a los enfermos, dan nuevo impulso y novedad a la Iglesia para afrontar la tempestad. Se puede enumerar entro otros: a S. Felipe Neri que funda movimientos caritativos en favor de los enfermos en la ciudad de Roma; S. Carlos Borromeo que con su celo pastoral y heroico salva a la ciudad de Milán de la peste; el nacimiento de órdenes y congregaciones religiosas como los Somascos, los Barnabitas, los Jesuitas, los Capuchinos.

En este período de grave degrado de los hospitales y de abandono de los enfermos, tienen particular importancia tres hombres, considerados justamente por la Iglesia como los grandes reformadores de la sanidad: S. Juan de Dios que nace en Portugal, S. Camilo de Lelis en Italia, y S. Vicente de Paúl en Francia.

S. Juan de Dios no sólo logra abrir en Granada un hospital para curar a los enfermos mentales, sino que se rodeó con un grupo de discípulos que, según su predicción, con el tiempo se esparcieron en todo el mundo y que son conocidos en Italia como “Fatebenefratelli".

San Camilo, que reforma los hospitales de Italia dictando para los enfermeros reglas modernas para servir bien a los enfermos, trabaja en favor de una asistencia global al enfermo en la totalidad de su persona logrando hacer decaer, gracias a su fuerte amistad con el Papa Clemente VIII, algunas normas del IVº Concilio de Letrán que chocaban con la libertad de conciencia de los enfermos; también él funda una Orden religiosa “con el único fin de ponerse al servicio de los enfermos".

San Vicente de Paúl que lanza a las mujeres, encerradas hasta entonces en las paredes de los monasterios, en el amplio campo de los enfermos a domicilio; con la válida ayuda de Luisa de Marillac funda la primera escuela para enfermeros profesionales; asimismo, funda la congregación de los Sacerdotes de la Misión para hacer renacer la vida espiritual y pastoral en los sacerdotes y en las parroquias; envía a los laicos a domicilio para el ejercicio de la caridad a los enfermos a través de las damas de la caridad y las conferencias de S. Vicente.

A estas condiciones, la Iglesia hoy, en todas partes y siempre, afirma solemnemente con el Vaticano 11 que "es su derecho y deber inalienable ocuparse de los enfermos", recordando así - como lo demuestran dos mil años de historia - que los orígenes y el sentido del servicio hospitalario católico pertenencen constitutivamente al mensaje cristiano, para el cual el cuidado de los enfermos es absolutamente inseparable del anuncio del reino, antes bien, se convierte en su signo electivo: sanad a los enfermos ... y anunciadles: ha llegado a vosotros el Reino de Dios2.

3. PERFIL: Rasgos distintivos del hospital católico

Por lo general los hospitales e instituciones sanitarias católicos operan bajo la iniciativa y supervisión de alguna diócesis, parroquia, fundación, Orden o Congregación Religiosa, o Institutos Seculares que aportan una visión y misión determinada a la institución Estas entidades iluminan a la institución sanitaria con la Palabra de Dios, el Magisterio de la Iglesia, los respectivos carismas de los fundadores de las ordenes religiosas o institutos seculares, y con las reflexiones que teólogos y pensadores hacen sobre las cuestiones bioéticas.

En diversos documentos eclesiásticos, como en las reflexiones de estudiosos del prestigio del Card. Angelo Scola y Sor Katherine Gray, se muestra un perfil muy bien definido de la identidad propiamente católica de una institución sanitaria. Conviene advertir que cada rasgo del perfil experimenta algún desafío en la época actual haciendo peligrar la existencia e integridad de la institución católica en cuanto tal, e influyendo en la tendencia a establecer convenios comprometedores con a las instituciones civiles del estado, algunas identificadas con posturas laicistas y a veces anti-cristianas.

3.1 Rasgos externos

En primer lugar tenemos los signos externos que proclaman públicamente la identidad institucional: probablemente la presencia de una cruz en la parte más alta del edificio, está dedicado a la Virgen o a algún santo conocido por su trabajo a favor de los enfermos o de los pobres; asimismo, tenemos la presencia de personal religioso en los pabellones.

3.2 Rasgos internos: Fe, Esperanza y Caridad

3.2.1 Una FE en Jesucristo que conceda fuerza y fiabilidad incluso en las situaciones difíciles. Jesucristo es Maestro de la vida y de la muerte.

3.2.2 Una ESPERANZA de vida eterna que permite que una persona tenga el correcto entendimiento de la enfermedad y del dolor y trascienda así toda desesperación.

El Santo Padre Benedicto XVI dedica la última parte de su segunda Carta Encíclica "Spes Salvi" a los lugares de aprendizaje y ejercicio de la esperanza y desarrolla tres de ellos: la oración (n. 32-34), el actuar y el sufrir (n. 35-40) y el juicio (n. 41-48). El Sumo Pontífice delinea la esperanza en horizontes concéntricos y complementarios (n. 35): es decir, el horizonte humano personal, aquel social y, sobre todo, el horizonte teológico que encierra todo el creado, tal como afirma San Pablo en su carta a los Romanos: "Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios ... en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Cf Rm 8, 18-21)

3.2.3 Un AMOR de Jesucristo que tiene como resultado el amor de todos los hombres y de todas las mujeres, en particular de los enfermos y de los que sufren. Animada por la caridad cristiana que encuentra su expresión más elevada en la vida y en las palabras de Jesucristo "que caminó por el mundo haciendo el bien" (Hch 10,38), la Iglesia sale al encuentro de los enfermos y de los que sufren ofreciéndoles consuelo y esperanza. No se trata de un simple ejercicio de benevolencia, sino de un servicio que es animado por la compasión y la comprensión, que mueve hacia un servicio de entrega (cf Salvifici doloris 29). Como en la parábola del Buen Samaritano, el agente sanitario está invitado a no "pasar de frente".

Fe, Esperanza y Caridad, son las tres virtudes cardinales y fundamento de los imperativos que rigen en los hospitales católicos, y que inspiran y regulan la conducta del personal sanitario de acuerdo a los siguientes elementos:

3.3 Respeto incondicional a la dignidad inherente de la persona humana

"El hombre es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad" (Catecismo de la Iglesia Católica, 356). Por más que esté en el dolor, por más que el cuerpo sea irreconocible después de un accidente, por más que no haya esperanza, el caso médico de un enfermo terminal, por más que su mente ya no sea lúcida, el paciente conserva su inviolable dignidad como persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 24ss).

El paciente, entonces, ya no es simplemente un número de cama, sino un ser humano precioso hecho de carne, sangre y emociones. El paciente es tratado con dignidad y respeto, sea instruido o no, sea rico o pobre, sea refinado o brusco, que venga de la ciudad o de una aldea rural en la que los tratos son más personales. En otras palabras, el paciente es tratado como persona humana, porque esto es lo que es.

3.4 Opción por los pobres

Jesucristo se puso clara y decididamente de la parte de los pobres. Igualmente las instituciones sanitarias que son administradas por personas que quieren ser discípulos de Jesús. Las maquinarias son muy costosas hoy, algunas medicinas especializadas son caras, los sueldos de los médicos son elevados y los pobres a menudo no tienen la capacidad de pagar los cuidados que necesitan. La delicadeza con que se trata a los pobres y a las personas menos instruidas, es un buen elemento para valorar la identidad cristiana de las instituciones sanitarias dirigidas por la Iglesia.

 

3.5 Respeto por la vida

Ya sea la vida de un no-nacido o de un enfermo terminal, toda vida humana es sagrada y sólo el Creador que ha dado la vida, puede quitarla. El magisterio católico sobre la interrupción médica del embarazo es bastante conocido y ningún hospital puede considerarse católico, y mismo tiempo, practicar o animar el aborto. La vida es sagrada también en su ocaso. No se permite ninguna experimentación que atente injustificadamente a la vida de los ancianos; ninguna institución médica que sea católica puede ayudar activamente a una persona que sufre para que ponga fin a su vida. Todo tratamiento médico y todo procedimiento deberían tender a mejorar la calidad de la vida de sus pacientes. No es sólo evitando el aborto o la eutanasia que se descubre la identidad cristiana, sino también a través de la valorización de la toda vida humana, considerándola como un don de Dios y una participación a la vida divina.

 

3.6 Ética cristiana en los procedimientos

La Iglesia se ha pronunciado en torno a muchas cuestiones biomédicas. No permite la destrucción de embriones humanos para preparar células troncales. La clonación, que al principio parecía de gran ventaja para asistir a la investigación médica, es totalmente inaceptable si se reproducen seres humanos fuera del santuario de la persona humana. A parte de estos problemas que pueden surgir en un contexto más adelantado, existen otras cuestiones que se plantean en un hospital simple, como la esterilización, la elección entre la vida de la madre y la del niño, etc.

 

3.7 Acercamiento holístico

La atención hospitalaria se centra en la persona individual y se preocupa por todas sus dimensiones, desde la física, pasando por la psíquica y social y culminando en lo espiritual, y desde luego busca curar en lo posible, cuidar siempre como intentar sanar o educar al paciente sobre su dolencia.. Cuando el paciente deja el hospital, lo deja no sólo como paciente que ha sido curado en su aflicción física, sino como una persona con mayor salud, entendida en el sentido arriba citado. Jesús no se limitó a remover simplemente una lesión física, sino que curó siempre el alma del paciente, haciéndolo una persona más completa, en el sentido amplio del término. Jesús actuó siempre la curación espiritual junto a aquella física.

 

3.8 Cuidado pastoral

Un elemento esencial de un hospital católico es el cuidado pastoral que se ofrece a los pacientes. El Beato Juan Pablo II ha dicho: "Cómo es eficaz el testimonio de muchas personas ... que, no obstante la enfermedad les tenga clavadas a sus lechos durante años, están llenas de serenidad porque saben cuan precioso es para la Iglesia su aporte de sufrimiento y de oración" (Misa para los enfermos, basílica de S. Pedro, 11 febrero 2002).

3.9 Un ethos cristiano de amor

Todos los elementos arriba mencionados tienen el mismo objetivo: hacer presentes los valores del Evangelio. La presencia de Cristo comporta amor, gozo y paz. Esta es la atmósfera que en cierto modo, debería crear la administración y el personal de una institución médica dirigida por la Iglesia.

Se debería poner en evidencia el amor, la solicitud, el ambiente familiar. Naturalmente, deben existir reglas y reglamentos para brindar cuidados médicos adecuados, así como lugares fuera de toda limitación y tiempo cuando deben terminar las visitas y los pacientes deben ser tratados con firmeza. Pero en todo esto, la profunda espiritualidad interior de los individuos que trabajan en las instituciones debería resaltar a través de una espontaneidad que muestra el corazón amable de Jesús para con todos.

3.10 En síntesis

Además de los estándares que requiere la legislación específica, se exigen de parte del hospital católico las siguientes características: la centralidad en la persona enferma, la asistencia integral del enfermo con atención a todas las dimensiones de la persona, la defensa y promoción de la vida naciente, junto con el compromiso por la rehabilitación de los discapacitados y la asistencia calificada de los enfermos moribundos, la formación del personal a nivel humano, cristiano y profesional, la presencia profética en las áreas más difíciles y nuevas de la medicina, la calidad y la eficiencia del ministerio de acompañamiento espiritual y religioso del enfermo y de sus familiares, la salvaguarda de la humanidad de los cuidados y de los servicios y la promoción, en las áreas en las que obran, de una cultura sanitaria inspirada en auténticos valores humanos y cristianos. Todo esto se debe realizar sin dejar de lado una gestión administrativa y económica, transparente y adecuada, pero tomando con criterio las palabras del Card. F. Angelini, el hospital católico tiene “el deber de trabajar para que el balance humano y espiritual” de su “gestión sea prioritario con respecto al balance económico y administrativo"3.

4. DESAFÍOS ACTUALES

Los desafíos actuales que los hospitales privados de orientación humanística y los hospitales católicos experimentan son semejantes y surgen de la época postmoderna que ambas instituciones comparten, pero en el caso de las instituciones de salud católicos los desafíos son más graves en cuanto que amenazan su integridad e inclusive su existencia. Autores como S.E. Mons. Oswald Gracias y Pascual Ferrando, O.H., identifica cambios culturales que se consideran desafiantes, a saber:

 

4.1 La perspectiva del "welfare state" o estado propulsor del bienestar

Con el desarrollo del concepto del Estado soberano, las actividades estatales se extendieron cada vez más a varios aspectos de la vida de los ciudadanos y, gradualmente, el Estado asumió una mayor responsabilidad incluso en aquellos campos en los que la Iglesia hasta ese entonces había sido muy activa: instrucción, asistencia y sanidad. En todo esto no había ninguna tentativa evidente de alejar a la Iglesia de estos apostolados, pero, junto con los otros factores a considerar , la Iglesia fue perdiendo cada vez más la posición que había alcanzado. Con los grandes recursos a su disposición, el Estado ha sido capaz de dirigir las instituciones sanitarias más grandes y atraer personal competente. Ante la competencia de los hospitales del estado, entidades católicas han bien sea imitadas a estos en su profesionalidad y tecnologización pero poniendo en riesgo aspectos del perfil recién expuesto.

4.2 La secularización de la sociedad

Con la aceptación de la exigencia de profesionalidad en estos campos, comenzaron a ser involucrados los profesionales laicos que desarrollaron sistemas independientes de aquellos de laIglesia. Nacen así los institutos administrados por laicos que se empeñaron por sobresalir y la Iglesia fue perdiendo su papel de líder.

En una sociedad ampliamente secularizada, la filosofía del materialismo y del consumismo ha sido aceptada por muchos. Lo material es lo que es visible y pronto se convierte en lo único que cuenta. Existe el mito de que con el dinero se puede comprar la salud. El hombre se convierte en una máquina y cuando ésta se rompe, el técnico sustituye las partes y la revisa. Si todas las partes funcionan bien, no hay razón por la que la máquina se rompa nuevamente. Poco a poco se ha impuesto la convicción de que al mayor número de medicinas, análisis, equipos sofisticados, habría correspondido una mayor garantía de salud.

Se ha creado el mito de que es posible derrotar toda enfermedad, que toda aflicción puede superarse y es esto lo que cuenta para una buena vida. Más son las medicinas, y a veces incluso más costosas, mejor es. Ha comenzado a invadir el campo médico una filosofía consumista en la que se han creado necesidades artificiales. Como es obvio, todos tratan de mejorar la calidad de la vida, pero comprenden plenamente que la vida tiene otros aspectos además de aquel físico.

4.3 Factor ocupacional y económico

Las exigencias en cuanto la formación profesional nivel de ciencia avanzada como en técnica sofisticada, y la adquisición de los instrumentos y equipos correspondientes exigen fuertes inversiones monetarias, y para la Iglesia, como organización "non profit", seguir ocupando una posición de liderazgo en estos campos comenzó a ser difícil. . Los hospitales católicos no han tenido la capacidad de afrontar mayores solicitudes de gastos considerables sin convertirse en instituciones para ricos, que brindan un servicio sólo para los que pueden pagar. Estos no siempre han podido responder a las solicitudes económicas de la era de la sobre-especialización.

Concretamente, la disminución del número de vocaciones en varias congregaciones religiosas, especialmente en aquellas que ofrecen cuidados médicos especializados, hace difícil que estas instituciones sigan adelante, sobre todo si deben hacerlo con una identidad cristiana

 

4.4 Globalización

El mundo entero se ha vuelto una aldea global y los servicios se pueden hacer llegar desde toda parte del globo terrestre. Sin embargo, esto contribuye para que la medicina cueste más y esté fuera del alcance de los que realmente tienen necesidad de ella. La globalización ha llevado también a la invasión de las multinacionales en la economía de los países en vías de desarrollo. Asimismo, medicinas vencidas y por tanto, descartadas por una parte del mundo, son vendidas a bajo costo en otros lugares. Sólo el hecho de que se trata de "medicinas extranjeras" es suficiente para encontrar un buen mercado y el ingenuo enfermo gasta su dinero en fármacos caducados. Asimismo, debido a la globalización algunos pacientes en los países en vías de desarrollo a veces hacen de cobayas para experimentos no autorizados en los países industrializados.

 

4.5 Mass Media

La comunicación a través de los medios de difusión social masiva dice ser imparcial, pero cuando está en manos de aquellos que tienen una filosofía consumista o materialista, puede convertirse en instrumento para difundir falsos valores. El principio único es que el dolor y el sufrimiento se deben evitar a todo costo y con todo medio, ético o no ético. La espiritualidad de la cruz es insignificante en este sistema y lo que cuenta es sólo eliminar todo dolor físico.

4.6. Legislación hostil

Varios países han legalizado el aborto mediante una ley según la cual los que lo practican no serán perseguidos por el Estado. Pero la conclusión injustificada a la que se llega es que lo legal es también moral.

A veces la secularización ha llegado a insinuar que la legislación no debe estar vinculada por los principios cristianos, porque esto significaría favorecer una determinada religión en una época en la que se trata de separar Estado y religiones. Además, existen legislaciones de gobiernos hostiles que de propósito consideran como incómodos la presencia y el trabajo de la Iglesia. Los hospitales católicos atentos frente a esta distorsión de la naturaleza de la legislación llamada a fomentar el derecho natural a la vida, han vigorosamente reaccionado aplicando la objeción de conciencia institucional como individual4.

5. CONCLUSIÓN

La tensión entre la competitividad del mercado, la alta tecnología con su apoyo en la cultura postmoderna secularista y el consumismo de un lado y la identidad evangélica de la institución de salud católica por el otro, es evidente. En la medida que la integridad institucional en cuanto a la visión, misión y principios dependa de un orden objetivo, con un horizonte trascendental sobre la dignidad de la persona, la vida y la muerte, el hospital católico tendrá que asumir una creciente responsabilidad caracterizada por la valentía y audacia para perseverar en su servicio integral a la salud de todos en una sociedad pluralista y propensa al relativismo ético.

No podrá tan solo reconocer su identidad en el interior organizativo mientras lo disimula al proyectar su imagen pública en condescendencia a las presiones de Estado y del entorno cultural. Si bien debe responder a las expectativas legitimas de la sociedad en el momento histórico con su perfil cultural, también debe oponerse estratégicamente a las leyes injustas y contrarias a su integridad institucional Debe establecer su orden de prioridades colocando la sofisticación técnica y la competencia científica de sus profesionales al servicio integral y equitativo de sus pacientes con especial solicitud hacia los vulnerables o marginados.

En la promoción de bienes correspondientes a la dignidad de cada pesona, a saber la vida en si, la verdad y el amor, a su integridad como una totalidad de aspectos físicos y psíquicos, al igual que a su trascendencia respetuosa de sus creencias y proyecto vital, la institución católica se presenta en la vanguardia del intento de humanizar la asistencia en salud.

No se trata tanto de mantener al hospital confesional en si , sino de reflexionar sobre como la fe, la esperanza y el amor inspiran, regulan, y sirven para evaluar constantemente cada fase de la tarea diaria de los integrantes de la institución, sean estos administradores, profesionales, técnicos, o empleados auxiliares. De este modo se facilita que el hospital sea un lugar plenamente personalizado en el cuidado y sanación, hogar del Padre Dios y oasis de esperanza.

Sea el hospital católico eclesial o sea inicitiva de laicos, el hospital católico debe estar bien identificado como la sede en la que cualquier hombre debería encontrar la salvación como un sujeto personal y comunitario que documente, de manera sensible y expresa, la potencia redentora de Jesucristo muerto y resucitado, que ha vencido la muerte y llama a cada hombre a la resurrección de la carne, ofreciendo la posibilidad de la curación en la perspectiva de la duración eterna en el Paraíso.

NOTAS

1. Citado por MESSINA, ROSARIO: “Iluminación de la fe en la realidad de los Hospitales Católicos” 1. Historia de los hospitales católicos DOLENTIUM HOMINUM Núm. 52 AÑO XVII 2003, Núm. 1, páginas 80 a 97

2. MESSINA, ROSARIO: “Iluminación de la fe en la realidad de los Hospitales Católicos” 1. Historia de los hospitales católicos DOLENTIUM HOMINUM Núm. 52 AÑO XVII 2003, Núm. 1, páginas 80 a 97

3. GRACIAS, OSWALD: “Hospitales católicos: identidad en la fe”. DOLENTIUM HOMINUM Núm.52, AÑO XVIII 2003, Núm.1, páginas 86-92

4. S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO, O.H.: “Los hospitales: lugares de profundización y de ejercicio de la esperanza”, DOLENTIUM HOMINUM núm. 71 AÑO XXIV 2009, núm. 2, páginas 34 a 38

5. FERRANDO, O.H., Pascual: “Desafíos del hospital católico en Europa” DOLENTIUM HOMINUM Núm. 66 AÑO XXII 2007 núm. 3, páginas 20-21

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Lugo, Elena, HOSPITAL DE PERFIL CATOLICO, en García, José Juan (director): Enciclopedia de Bioética.

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